jueves, 4 de diciembre de 2008

Para esos que se creen mejores

Sí, es nuestra más larga ausencia de títulos en las vitrinas. No lo dudo, duele esta situación, pero sé aceptarla, la vida no es justa para todos, y mucho menos para mí, que lucho con un hijo bruto de camisetas multicolores y 10 tarados más que le siguen la corriente.

Terminó otro año para tratar de conseguir un éxito más que anime a mi hinchada, pero no sé pudo. No obstante, ya me dijeron que no me dejarán solo. Ellos saben que las dirigencias, los técnicos y hasta los futbolistas, pasan con el tiempo, pero el orgullo de vestirse de amarillo para acompañarme a todos los estadios, ya sea en Guayaquil y otras provincias, nunca se deja de sentir. Y claro, tampoco me puedo olvidar de la gente en el extranjero. A todos ellos que nunca me abandonaron, ¡gracias!

Tal vez ayer me quedé con las ganas de coser una nueva estrella en mi camiseta, pero sé que luche hasta el final, a pesar de los planteamientos con los que me hicieron jugar y que no me agradaron, aunque ese equipo supuesto "ídolo" reciente le regalará los seis puntos al conjunto que ahora celebra el título, así mi hijo bruto saliera a celebrar por otras camisetas cuando aún no se le hunde el último chibolo de los tres que le hice la vez pasada.

Al cuadro de la plaza sólo le digo: aprovechen y festejen, ya que a todo pueblo le llega su fiesta. Al fin, luego de casi cuatro años de intentar la misma fórmula de todas las temporadas de botar 15 jugadores al final del torneo sin querer pagarles, y traer 15 nuevos futbolistas, les jugó el número de la lotería. Pero chulla, mucho ojo, afuera no es igual, y no tendrás a Barcelona en tu grupo para que te ayude a clasificar.

Al supuesto Rey de América, que de rey sólo tiene la corona, le digo que la rivalidad de patio no es sorteable. Dijeron que su rival acérrimo debería ser campeón cuando daban manotazos de ahogado, y al final se les cumplió el sueño... En fin, sólo quiero que sepas que si, como tú dices, ya no estoy a "tu altura", no me busques para promocionar tu clásico nacional que de clásico no tiene nada. Un clásico se juega, por lo menos, con mil hinchas del equipo contrario, y los tuyos, en mi estadio, entran en un par de suites; para los clásicos, entiende equipo raro, se llega cantando, sea cual sea el estadio, y no con trucutu vigilado por la policía; y lo peor de todo: ni con tu título sin alma puedes dejar de estar bajo la sombra de Barcelona... Yo lo sé, es difícil dejar de pensarme cuando no sabes con quién compararte. Y por si acaso, 13 títulos locales si son más que tu copita. Es más, la Copa Antonio Labán que ganamos hace 14 años se celebró más que tu éxito. En fin, reune 5 mil hinchas en mi casa, en Guayaquil, y me avisas para tramitar el clásico nacional. ¿Te parece?

A mi hijo bruto, tonto e irracional, sólo le debo decir: madura, vive por ti, no seas mente pequeña de corazón multicolor. Sé que me odias, y no entiendo porqué. Tal vez porque aún vives bajo mi sombra y no puedes hacer nada para cambiarlo. Celebras títulos de otros equipos, te regocijas de los tarados que te han quitado puntos en tu casa, que te han dejado dos años seguidos sin jugar hasta diciembre. Y no digas: "mejor es eso que quedar como ustedes". Esa excusa es más mediocre que cuando me decías que vivía en el pasado. Bruto, hijo mío, calma, no desesperes. Sigue entrenando y haz silencio, que callado quedas mejor...

Y para el resto, tranquilos, quedaron con los bolsillos llenos de las taquillas porque mis hinchas llenaron sus plateas. Y siempre será así, ya que a ellos no les importa sus tetras de precios altos y avaricia para hacerse dinero a costas mías. Mi hinchada soporta sus hambrunas económicas, y siempre lo hará, porque a un ídolo no se lo mide por cuanto dinero mueve, sino por cuánta hinchada lo sigue. Y nadie, ni siquiera la vedette de la capital, me hace roncha.

No soy mal perdedor, sólo dejo las cosas bien claras. No juego para ustedes, sino para mí hinchada. Y si en algún momento les fallé a ellos, les pido mil disculpas, no fue porque quise. Pero todos los comentarios de esos equipos de camisetas multicolores me demuestran que sin mi, no pueden vivir. Y es que a un ÍDOLO, entiende equipo raro, no se lo hace. Los ÍDOLOS nacen...

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