A lo largo de las ocho décadas de existencia de la institución, Barcelona contó con jugadores honorables, dignos de llevar la camiseta del cuadro más popular del país. Mientras muchos de ellos contaban con una clase formidable y una categoría innegable, algunos compensaban esa falta de cualidades con el amor por la camiseta, la garra por no perder partidos, el sudor que empapaba sus vestimentas, las heridas que no cicatrizaban pero que no eran impedimento para seguir jugando, y lo mejor de todo: su valentía para meter la pierna y dejar todo en la cancha.
En todos mis años como aficionado al fútbol (verdaderamente empecé a ver el fútbol con mayor pasión desde 1991, a los seis años), y como hincha incansable de mi equipo, reconozco que un jugador que cumplió con el cartel de rocoso y torpe, pero de un enorme corazón, es Samuel Vanegas, defensa colombiano que no dejó la mejor imagen de un defensa central, pero que nadie puede dudar de su gran entrega en la cancha. Es un jugador pesado, con poca movilidad, pero con una cualidad que debería tener todo jugador amarillo: Vitamina H.
Durante esos dos años que jugó con la camiseta amarilla, tuve la oportunidad de ver todos los partidos de mi equipo, así como conocer personalmente a Samuel, y por lo menos en mi caso me dio la impresión de un tipo trabajador, sincero y frontal. Nunca aplaudí su cualidades, pero sí su temperamento.
Con su 1,88 de altura, y apodado 'Robocop' por su poca movilidad al momento de jugar, Vanegas demostró que la primera impresión no es todo lo que cuenta. Después de un flojo comienzo a mediados del 2005 bajo el mando de Juan José Peláez, el central colombiano renovó contrato con Barcelona y empezó el 2006 con un buen nivel, a pesar de la pésima actuación de Barcelona en los primeros cotejos. Es más, en los primeros clásicos, Barcelona fue bailado por la dupla argentina de Emelec. No obstante, en la Liguilla Final, Vanegas se consolidó en la zaga con Raul Noriega, y a veces con Victor Montoya y luego con el paraguayo Diego Martínez, convirtiéndose en figura en varios partidos. (http://archivo.eluniverso.com/2006/11/06/0001/15/070276C835EF48FAB62C47936FC29B61.aspx) Incluso en el partido en Casa Blanca, aunque no festejo que haya golpeado a los jugadores de Liga, fue uno de los que intentó defender a sus compañeros, mientras otros insignias del equipo observaban los golpes desde afuera, sin meter sus manos en el fuego.
Lo lógica del fútbol implica que este deporte lo juegan los mejores, y tal vez Vanegas no entre en esa lista, pero no es menos cierto que sin ser elegante, Vanegas se ganó el aprecio de una hinchada exigente. No fue el mejor central de la historia, pero si un jugador que dentro de sus limitantes técnicas, siempre demostró que con fuerza, garra, corazón y vitamina H, todo se puede... ¿Por qué no aplicas esto, Quiroz?
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